El valor de lo hecho a mano.

Desde que recuerdo; elaborar cosas con mis propias manos me ha parecido una actividad muy divertida. Mi hiperfoco se activa de tal forma que deja de existir el tiempo y sólo fluyo. Mi mente da instrucciones y mis manos dan forma a aquello que imaginé. No tengo hambre, no tengo frío, no estoy cansada, no pienso en otra cosa más allá de terminar lo que comencé y de terminarlo bien.

Por algún motivo dejé de crear cosas por el simple hecho de creer que eso no era «profesional». Creí que todo aquello que hacemos «deber tener una función clara» todo debe de «servir», si no, estás perdiendo el tiempo en algo poco productivo. Así que; aunque siempre he creado, me limitaba a crear sólo aquello que me retribuyera económicamente; olvidándome así de que el proceso de crear también me hacía feliz.

Ahora que sé que significa la palabra servir y qué mis prioridades han cambiado, me doy cuenta que abandonar aquello que me hace feliz por seguir ideologías que ni siquiera eran mías es una enorme traición a lo que yo soy; y más aún cuando puedo asegurar de que tengo el privilegio de la creación con belleza porque ciertamente mis creaciones suelen tener simpatizantes.

He documentado muy poco de lo que he hecho a lo largo de este tiempo aventurándome con técnicas y materiales que no manejo del todo; porque como buena amateur que soy, sólo experimento e improviso en el camino y nunca sé cuál será el resultado. Pero he decidido que eso será diferente desde ahora. Tengo un proyecto en puerta y no sólo estoy emocionada por realizarlo; recibí un pago por ello y jamás he hecho algo así. Que te paguen por aprender siempre es una bendición.

Estoy orgullosa de Laura por emprender en todo aquello que le llama la atención. Creo que es una gran forma de auto-conocerte como artista.

Puedes un comentario